HAY QUE EDUCAR
Por:
sherezada
Llego a la casa de mi adorada abuelita. Ella,
como buena abuelita que es, me ofreció comida, unos deliciosísimos fríjoles
verdes que yo acepté gustosa. Yo, como buena nieta, me acomodé para disfrutar,
y cuando la primera cucharada iba con dirección a mi boca, entró mi mamá; de
pronto ella gritó, corrió y le pegó un manotazo a mi cuchara. ¡Plash! Un fríjol
en la ventana, ¡plash!, otros tantos desperdigados por los muebles de la sala,
¡plash! Los restantes se desparramaron por el comedor. Todos están pasmados, mi
abuela mira a mi madre, yo miro mi cuchara. ¿Qué pasó?, me pregunté; por un
momento sentí que estaba entrando en la dimensión desconocida.
“¡Los frijoles tienen cerdo!,” dice mi querida
madre después de su valiente acción. Mi abuelita, que está muy indignada,
responde: “¿Y qué?” “Pues que los musulmanes no comen carne de cerdo”, explica
mi madre. “No tienen carne, solo un pedazo de oreja”, dice mi abuela muy
enojada. Acto seguido, se retira.
Mi madre se fue detrás a pedirle disculpas por
el reguero, y cómo no, a mí fue la que me correspondió limpiar, con hambre y
sin fríjoles. El asunto es simple: yo le dije una vez: “Abue, es que los
musulmanes no comemos carne de cerdo,” y ella muy sabiamente dijo: “bueno”. Y
ya. Ni ella preguntó más, ni yo expliqué otra cosa. Pero claro, ella escuchó
“carne de cerdo” y los fríjoles tenían oreja, no carne; según esta lógica, yo
me los podía comer. Pero yo había dicho “carne de cerdo” pensando en todo el
cerdo completico, incluyendo orejas, hocico, pezuñas, tripas, y todas esas
otras partes sabrosas y extrañamente comestible que tiene el animalejo, así
como sus derivados.
Entonces, yendo por el trapero, se hace la
luz, lo sé con claridad diáfana: he fallado en comunicar sobre el Islam, no
solo a mi abuelita: ¡A TODA MI FAMILIA! Entonces, me pongo en la labor de
hablarles del Islam y me entero de que algunos pensaban que yo le rezaba a la
Luna, por aquello de las medias lunas en las mezquitas, otros creían que
adoramos a nuestro Profeta Mujámmad (byp), una tía más progresista suponía que Mujámmad
(byp) era la reencarnación de Jesús (o.O), y los esposos de mis tías pensaban
que mi esposo era árabe y no hablaba español. Por lo menos entendí por qué
nadie le dirigía la palabra.
El caso es que mi entorno inmediato no conocía
adecuadamente el Islam, a pesar de que hay una musulmana entre ellos. Esto es
algo muy común en Latinoamérica y se da porque los latinos creemos que todos
nos conocen. En Egipto escuché este monologo: ¿No sabes qué es Salsa y
Merengue? ¿De verdad no lo sabes? ¿Cómo es posible que alguien vivo no sepa qué
es? ¿Pero, escuchas música? Entonces deberías saber qué es, a ver te voy a
explicar…
Los latinos llevamos nuestra cultura con
nosotros, eso es el efecto “patria” que también posee el pueblo chino. Por ejemplo,
cuando migramos, muchas veces no aprendemos el idioma de destino sino que
enseñamos español[1], danzas
de nuestras tierras o música propia. Esta preconcepción hace que no busquemos
empatizar con el otro, sino que asumimos que es el otro quien debe empatizar
con nosotros. ¿Cómo afecta esto a los musulmanes?
Estamos convencidos que todos saben qué es el
Islam por el simple hecho de que somos musulmanes y estamos cerca de ellos,
como si el conocimiento sobre nuestra religión se trasmitiera por ósmosis. Es
la razón por la cual en ocasiones fallamos al dar a conocer el Islam, y por
ende, también en la misión que nos encomendó nuestro amado Profeta (byp) cuando
dijo:
“Trasmitan
de mí, aunque sea una aleya.” (Recopilado por Bujari y at Tirmidi)
Aljamdulil-lah, en América Latina se desconoce
mucho del Islam; agradezco a Dios por este hecho porque de esta manera se nos
ha dado la oportunidad de enseñar sobre el Islam correcto y verdadero. Esta es nuestra
tarea, de cada uno de nosotros, los musulmanes de a pie, aportar a esta
educación. Y lo debemos hacer iniciando con nuestro propio entorno, ojalá el
inmediato: la familia, y de ahí irradiar hacia ambientes más amplios: trabajos,
amigos, conocidos, espacios de participación en el barrio o la ciudad, etc.
Educar nuestro entorno nos ayuda a
identificarnos como musulmanes, además a batallar contra esas ideas e imágenes
tergiversadas que se propician desde los medios masivos de comunicación; es un
beneficio para nosotros como individuos y para la Uma de Mujámmad (byp). Sin
embargo, no se trata de hacer seminarios o de “sermonear” a todos nuestros
conocidos, no queremos convertirnos en un fastidio, más bien es estar pendiente
y aprovechar los buenos momentos para dar a conocer nuestra religión, y también
encontrar alternativas, aquí algunos consejos:
a) Pidan libros para dawa, hay páginas y enlaces para
ello[2],
casi siempre pueden solicitar varias veces y con eso tienen un surtido que
pueden regalar a la menor oportunidad.
b) Siempre tengan volantes sencillos con información
sobre Islam; por lo regular los regalan en la mezquita de la comunidad, o se
pueden buscar para descargar e imprimirlos, esto les ayudará a difundir
información.
c) Entérense de que está pasando en su país y aporten
desde el Islam. Los temas de actualidad como desempleo, economía o hasta
política, no son ajenos a nuestra religión, integren su cotidianidad con el
conocimiento del Islam, pregúntense: ¿Islamicamente, qué sé sobre este tema?
Así podrán intervenir en conversaciones habituales hablando sobre Islam.
d) Hagan visitas. ¿Es en serio? Sí, es en serio.
Prográmense para visitar a familiares y amigos. Muchas veces en las reuniones
no se cuenta con el tiempo de aclarar malos entendidos o las conversaciones
quedan cortadas; en una visita el tiempo de interacción es más largo,
permitiendo una conversación profunda.
e) Sean conscientes de las personas en su entorno, hay
quienes van a querer preguntar y ahondar en el tema del Islam, otros simplemente
no. Tengan en cuenta quién es quién y apórtenles desde sus vivencias como
musulmanes.
Me he puesto en la tarea de aplicar lo que
predico, en mi familia ya no hay ideas locas sobre el Islam. Todavía me faltan
los vecinos y la gente con la que trabajo, con calma y paciencia se va llegando
a la meta. Por lo menos, ya mi abuelita ha pasado de decir: “¡Eso!, lo que sea
en lo que usted cree”, a decir: “Mija ruéguele a su Dios, que es el mismo que
el mío”, y ahora me sirve fríjoles con huevito frito.
Di:
“Éste es mi sendero, tanto yo como quienes me siguen invitamos a adorar a Dios
con conocimiento” (Sura José, 12: 108)
[1] La migración latina a USA
es la causa de que este país hoy en día sea bilingüe, se habla tanto español
como inglés. En el Estado de la Florida hay educación formal en español, debido
al alto número de hispanoparlantes.
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